Sufrí una de las derrotas más dolorosas de mi vida con la muerte de Joan. Mi hermano mayor. Mordí el polvo como nunca lo había hecho y me sentí vulnerable por primera vez en mi vida. Sentí miedo. Mucho miedo. Sentí una tristeza inmensa y un sentimiento de vacío inexplicable. Supe, de verdad, y de una zarpazo feroz, que es perder de verdad.
Tragué ,de un solo sorbo, toda la solemnidad de mi pobre discurso sobre la superación, el entusiasmo, la rebeldía para ser feliz sí o sí y lloré como un niño pequeño largamente. Probé la derrota.
Aquella muerte me mostró muchos caminos, pero sobre todo me aleccionó sobre nuestra vulnerabilidad física y emocional y me aleccionó, para siempre, sobre el papel importantísimo, que debe tener, en mi vida, el hecho de relativizar cualquier situación.
He aprendido a disfrutar mucho más de las pequeñas cosas. Ahora puedo recordarlo sin sentir ningún miedo al hacerlo. Le debo un montón de cosas, pero sobre todo le debo este aprendizaje. Esta derrota que os cuento me ha enseñado a relativizar todas las demás.
El mundo del deporte es un mágico espacio donde aprender mil cosas, pero a menudo también es un mundo perverso y cruel donde absolutamente todo se cuestiona y donde todo el mundo tiene algo que decir. El mundo del deporte no es sólo un mundo de resultados, de victorias, empates y derrotas … de tú contra yo o de aquel equipo contra aquel otro, también es un mundo donde poder crecer, convivir, superarse, ilusionarse , apasionarse, descubrirse y donde poder cargar tu mochila de aprendizajes para la vida.
Creo que como formadores debemos contemplar al menos esta perspectiva mucho más relativa de todo y quizás así centraremos nuestra atención en trasladar a los jóvenes deportistas lo que realmente es importante en el deporte y en la competición. Sin perder el afán de querer ganar siempre … se deben construir las victorias desde la aceptación mental ,de que perder, es siempre una posibilidad, y que queramos o no estamos expuestos a ella.
En etapas de formación a menudo veo priorizar el resultado al aprendizaje, desprendiéndose así, de la idea de que en la derrota también se crece y trasladando a los jóvenes ciertas frustraciones adultas. Formar en la derrota debería estar en el apartado de los objetivos de todos los Clubes, de todas las disciplinas deportivas. Aprendiendo de la derrota nos preparamos para la vida y enseñamos a nuestros alumnos, a nuestros jugadores, que somos vulnerables pero también capaces de volver a levantarnos con más fuerza.
A veces, algún entrenador de Categorías de base, me ha preguntado cómo se gestiona una derrota o varias derrotas seguidas … para mí después de los aprendizajes que me ha concedido la vida sólo hay una respuesta posible … observar atentamente para descubrir lo que te quiere enseñar, averiguarlo, pasar a la acción y relativizar…
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